domingo, 8 de febrero de 2015

Lo que no se escribe, se olvida

Lo que no se escribe, se olvida. Lo que se olvida, no se recuerda. Lo que no se recuerda deja de ser parte de nosotros. Lo que deja de ser parte de nosotros, deja de pertenecernos y deja de definirnos.

Cuando no escribo para registrar lo que pasa en mi vida, sé que pierdo partecitas de Berenice: mis recuerdos. Y no me gusta perderme. Me caigo relativamente bien y como, para el caso, voy a seguir siendo yo por el resto de la eternidad, mejor que sepa quién soy, mejor que registre lo que me pasa para que recuerde quién soy y cómo llegué ahí.

A veces me gustaría ser un poquito más como Funes, que no tenía la capacidad de olvidarse de nada, pero eso se me pasa bastante rápido, apenas recuerdo que olvidar muchas veces es una bendición. Muchas personas se emborrachan para olvidar, yo no escribo para olvidar. Algunas veces se me va la mano y no escribo sin darme cuenta, y sin darme cuenta me olvido. Y en general hay mucha cosa buena y linda que recordar.

Hoy me acordé,
y entonces escribí.