sábado, 30 de marzo de 2013

What's in a name?
(algo así como la importancia del nombre)

Heme aquí para hablar un poco sobre los nombres. Hace tiempo que vengo pensando en los nombres, en la trascendencia que tienen. Al menos a mí me gusta pensar que mi nombre me representa, que representa mis cualidades o características principales; me gusta pensar que cuando personas que me conocen escuchan o leen el nombre "Berenice", se acuerdan de mí y de algún atributo que consideran que me identifica.

(Por si no se entiende la idea, doy un ejemplo. Juan de los Palotes [ex compañero de la Facultad] está en una biblioteca, enfrascado en su búsqueda de ese libro de cuentos de Edgar Allan Poe que no logra encontrar en ninguna parte. De repente, cuando ya había perdido toda esperanza, lo encuentra, lo toma entre sus manos y va directo al índice para ver si tiene el cuento que está buscando: "El corazón delator". La lista de cuentos es larga, porque dio con un Cuentos completos de Edgar Allan Poe, tomo I. Entonces algo interrumpe la búsqueda. Absorto en sus pensamientos, levanta la mirada de la hoja, mira "como hacia" el horizonte y... sonríe. Es que se encontró con "Berenice", y se acordó de ella: alta, de cabello largo oscuro, rulos al viento, de cuerpo esbelto que da envidia... [I know, estoy perdiendo credibilidad. Vuelvo.])

Claramente mi señora madre no tenía la misma idea que yo cuando decidió que la protagonista del cuento de Poe tenía un nombre "precioso" y que una de sus hijas tenía que ser la portadora: lo odié durante los primeros quince años de mi vida. Solamente esa posibilidad justificaría el hecho de que me haya puesto Berenice, el nombre de una chica que se casa con un primo psicópata y que al final de su vida, corta, la única parte del cuerpo que le queda en buenas condiciones son los dientes, que el primo conserva después de enterrarla... viva, porque parece que en la tumba estuvo escribiendo poemas. Detalles. Aunque mi nombre no sea prueba de ello, mi madre me quiere. 

Ahora, volviendo al tema que nos convoca hoy, considero que el momento en que madre y padre le dan un nombre a su hija o hijo es un momento muy especial. No digo que todos deban hacer lo mismo, pero desde hace algunos meses he estado contemplando la posibilidad de dar nombres especiales a mis hijos, nombres que tengan un significado especial para mí y no que solo suenen lindos. Hace años tenía una listita con nombres que me gustaban (Cala, Lea, Timoteo, Juan Manuel, por recordar algunos), pero perdí el rastro de ella hace mucho y, desde entonces, me he estado replanteando algunas cosas. Mientras espero a que se digne aparecer mi Príncipe Azul, voy adelantando trámites y decido qué nombres les pondremos al fruto de nuestros lomos. Asumo que él no se va a oponer tras leer mis convincentes argumentos.

Quiero que mis hijos lleven nombres que ya estaban grabados en mi corazón desde mucho antes que ellos llegaran a esta tierra. Quiero que sean nombres especiales, de personas especiales que forman parte de mi futuro eterno. Quiero algún día ver a mis hijos y ver en sus vidas reflejadas las vidas de personas que admiro, que amo profundamente y son mis mejores amigos. 

Me gustaría que mis hijos lleven los nombres de mis hermanos: Esteban, Michelle y Verónica (porque además de mi amiga, es mi hermana [in-law, pero hermana al fin]). Cuando tengan edad suficiente para entender, les explicaría lo que Helamán les explicó a Nefi y a Lehi: 

"Hijos míos... os he dado [esos] nombres... para que cuando recordéis vuestros nombres, los recordéis a ellos; y cuando os acordéis de ellos, recordéis sus obras; y cuando recordéis sus obras, sepáis por qué se dice y también se escribe, que eran buenos. Por lo tanto, hijos míos, quisiera que hicieseis lo que es bueno, a fin de que se diga, y también se escriba, de vosotros, así como se ha dicho y escrito de ellos" (El Libro de Mormón, Helamán 5:6-7).

Esteban me gustaría que se llamara uno de mis hijos. Esteban es bueno por naturaleza. Aunque por muchos años se esforzó por esconderlo de sus padres y hermanas (y lo logró debido a su gran destreza), más temprano que tarde salió a relucir su verdadero carácter. Esteban hace sentir bien a las personas que lo rodean. Tiene una sonrisa cálida (Gracias, Fernanda Chinchurreta) y una mirada dulce y sincera que demuestra que, cuando te pregunta cómo estás y qué contás, realmente está interesado en saber y dispuesto a escuchar. Esteban es un hombre fiel en el sentido más amplio de la palabra. Es trabajador y le pone el pecho a las balas. Esteban es perseverante y cumple las metas que se pone. Es sumamente organizado con el dinero y domina las planillas de Excel para que ni a él ni a su familia les falten las cosas básicas de la vida. Esteban tiene un don para escribir y tiene la capacidad de desarrollar talentos en forma autodidacta (es ebanista amateur; encontró la mayoría de las notas en la flauta traversa soplando por él mismo, sin que nadie lo dirigiera; leyó Don Quijote... entero, y nadie lo obligó). Aun mucho antes de que descubriera todas estas cosas de Esteban, me sentía orgullosa de que supieran que yo era su hermana. Evidentemente algo, adentro, me hablaba de todas estas cosas que fui descubriendo con el tiempo. 


Michelle quiero que se llame una de mis hijas. Michelle puede ser muy dulce, cuando quiere. Michelle tiene ese tipo de dulzura que se hace evidente con sus hechos. Básicamente, Michelle es caritativa; naturalmente lleva en ella el amor puro de Cristo. Fácilmente las personas se instalan en su corazón. Michelle se preocupa sinceramente por las personas y se esfuerza por ayudarlas y darles alivio. Michelle sabe ser buena amiga, tarea nada fácil. Michelle es sumamente responsable y cumple con todo lo que se requiera de ella. Es pacificadora. Tiene una capacidad increíble para callar en momentos que la mayoría de los mortales elegiríamos sacarnos el enojo o el dolor que tenemos adentro con las primeras palabras que nos vinieran a la mente; todo sea por mantener la paz. Los niños aman a Michelle y a Michelle le resulta fácil quererlos, jugar con ellos, entretenerlos, hacerlos sentir importantes. Michelle es muy creativa y buena cocinera: abre la heladera, ve lo que hay y surgen cosas mágicas que deleitan el paladar con los más simples ingredientes: ingredientes prosaicos en manos de otros. Michelle era tímida. Era. La vida la puso en situaciones que le exigían cambiar su naturaleza, y ella se puso a la altura de las circunstancias y la cambió. 



Verónica quiero que se llame otra de mis hijas. Verónica es mi cuñada; primero fue mi amiga y a partir de diciembre de 2006 se convirtió en mi hermana. Verónica es una de las mujeres más fuertes, más firmes y más resistente que conozco. Verónica es una de las pocas mujeres que conozco que, independientemente de qué digan, piensen o exijan los demás, se mantiene siempre firme a sus principios, actúa de acuerdo con los dictados de su propia conciencia y la voluntad de Dios para su vida. Verónica es madre desde mucho antes de ser la madre de sus hijos. La maternidad brota naturalmente en ella; seguramente no le resulta fácil, pero cumple con sus responsabilidades como si fuera "cantar y coser". Verónica tiene una capacidad admirable para formar parte de la vida de las personas: escribe e-mails, manda mensajes de texto, llama por teléfono, visita en las casas, hace regalos para cada ocasión especial; así, como no podía ser de otra manera, demuestra que se interesa y que aprecia. 



Quiero que mis hijos lleven los nombres de mis hermanos, para así llevarlos siempre conmigo, para verlos todos los días, para recordarlos a cada instante, para seguir aprendiendo de ellos, para amarlos cada día más. Quiero que mis hijos lleven los nombres de mis hermanos para que ellos amen a sus tíos, para que los reconozcan en ellos mismos, para que aprendan de ellos. 

Igual, por si las moscas, tengo un plan B: si el mencionado Príncipe Azul nunca aparece, me compro tres perros. Los nombres ya los tengo.

 



martes, 26 de marzo de 2013

Mi vida es un desastre


Mi vida es un desastre es una de mis muletillas. Se me escapa naturalmente como introducción o conclusión de algun relato de mi vida. Por supuesto que taaan desastrosa no es, pero suelo hacer uso excesivo de las hipérboles para comunicar mejor (?) mis ideas. 

Hace siete años que trabajo super-full-time desde casa, traduciendo. Me encanta. No lo cambiaría por (casi [insert Eternal Family here]) nada. Mi hermana ha usado adjetivos poco cariñosos para describir mi reclusión y bunkerización, como lo llamo muy a menudo. Obvio; es más top ser game-tester o QA analyst. Mi madre considera que es una bendición trabajar como trabajo, pero se la ha escuchado decir, hablando con mi hermana y refiriéndose a la que les escribe: “Lo que pasa es que tu hermana nunca tuvo un trabajo (aparentemente no cuenta como trabajo cualquier tarea que realices desde tu casa, en pijama, con el mate al lado y que no requiera algún medio de transporte público o privado). Mi hermano siempre tiene buenos consejos sobre cómo desmonotonizar mi vida, relacionarme con gente y hacer vida de persona normal. Papá nunca me dice nada, así que yo decido asumir que está contento con mi modalidad de trabajo, que en realidad es mi modalidad de vida. 

Antes de que me siga yendo por las ramas, vuelvo a la idea principal. Mi vida a veces es un desastre. Si me ven de afuera, no es muy desastrosa ni estresante, ni tampoco interesante, pero, como dicen: “La procesión va por dentro. Mi cabeza suele albergar muchos más visitantes que aquellos para los que tiene capacidad. A diario, la pantalla de mi compu luce así: 


En general tengo mucha cosa en la cabeza, además del trabajo. Seguro que la mayoría de las personas tienen más cosas que yo, pero la verdad es que últimamente me he encontrado multi-tasking mentalmente, al mismo tiempo que trato de concentrarme en el trabajo y hacer de cuenta que nada sucede. Hay días que me frustro sobremanera porque me paso horas y horas sentada con tanta cosa entre manos. En general disfruto, pero tengo, cada tanto, alguna que otra semana especialmente desafiante, semanas en las que veo todo un poco borroso. 

Esta foto es solo un intento de representación (que se queda corta) de cómo luce mi escritorio a diario. 

A veces el escritorio se ve tan colapsado como me siento yo. A veces la vida pasa tan rápido y hay tanta cosa para hacer, pensar, decir, buscar, leer, comentar y ver que haciendo, pensando, diciendo, buscando, leyendo, comentando y viendo se nos va la vida. Y estaría todo más que bien si no fuera que a veces se nos va la vida y no llegamos a hacer las cosas que realmente importan, cosa que pasa cuando no ponemos la vida en orden, cuando no establecemos prioridades, cuando no encontramos momentos tranquilos, por más cortos o largos que sean, para hacer las cosas que le dan sentido a estar vivos. 

Hace varios años (creo que allá por 2009), cuando ya era grande, pero no tan grande como soy ahora, estaba charlando con mi buena y sabia amiga María Eva y le contaba que me sentía desorganizada, como que me faltaba algo y andá a saber qué más. 

María Eva González, posando as usual.

Lo que más me desconcertaba era que estaba haciendo las cosas que siempre hacía, desde hace años, las cosas básicas que todos sabemos que debemos hacer. Qué se yo, estaba haciendo todo lo que tenía que hacer, pero me sentía rara igual. Entonces Eva me dice: Bere, tenés que enfocarte“What??? ¿Me ves borrosa, acaso? ¿A qué parte de mí le falta enfoque?. A esto Eva, con la parsimonia que muchas veces la caracteriza, me dio la respuesta que años después yo seguiría citando hasta en clases del curso de Preparación para el templo: Bere, tenés que enfocarte. Empezá todos los días estudiando el Evangelio durante (???) minutos/hora(s)

En ese momento me pareció demasiado tiempo. Me pareció que mi organización diaria se me iba a ir al tacho si dedicaba tanto tiempo a diario para estudiar el Evangelio. Me parecía que alcanzaba con lo que estaba haciendo en aquel momento, fuera lo que fuera. 

Entonces lo puse a prueba y como le pasa a la gente que usa Reduce Fat Fast: me cambió la vida. Si bien la vida se me desenfoca cada tanto, siempre sé a dónde tengo que volver, cómo tengo que organizar mi vida. Cuando todo se empieza a ver revuelto, vuelvo a establecer mis prioridades in the Enfocate-Berenice way. Y aunque mis días estén llenos de cosas, abarrotado de detallecitos para arreglar, desbordado de trabajos exigentes, lleno de gente llamando por teléfono, tocando timbre o hablándome mientras trato de trabajar (porque como trabajo en casa, muchos piensan que me paso en la compu chateando, jugando jueguitos o estoqueando en Facebook), mi mente está tranquila y ordenada; cada cosa ocupa el lugar que le corresponde y casi nada me quita más sueño que el que debe. Y en vez de ver y sentir mis días como fueron mis calendarios de enero, febrero y marzo: desprolijos, con mucha cosa y hasta partidos al medio (como me pasó con febrero), veo mis días como el calendario de abril: despejados, limpitos, tranquilos, apacibles, llenos de luz. 


“mi vida es un desastre pasa a ser un frase carente de significado real para mí. NADA puede ser un desastre cuando cada cosa está donde debe estar. 

Lets focus, people!










sábado, 23 de marzo de 2013

Dedicatorias: From me to you


Porque hasta Borges lo hizo, no puedo dar por iniciada mi postergada-for-so-long labor sin unas buenas dedicatorias. Con ustedes, ellas (en orden alfabético para nadie se adjudique más/menos importancia que la que merece):

A Anabella: que, si se aburre mucho en el trabajo, me va a leer. 

A Celeste y Magui: que son las principales culpables de que haya resucitado el blog que creé hace varios años, pero que nunca empecé. 

Courtney Kendrick: my favorite blogger-writter, who inspires me on a regular basis.

A Esteban: mi mejor y talentoso hermano que también disfruta de escribir, aunque hasta el momento lo ha hecho en el animato o el ámbito familiar... Excepto por la ocasión en que participó de un concurso de microficciones en Twitter (narraciones del tipo "Había una vez truz que se cruzó con un del fín", pero bastante más serias y definitivamente de mejor calidad... quiero imaginar). Este chico es cosa seria. 

A Gaby: que, si se banca mi verborragia cada tanto, seguro me lee de vez en cuando.

A Josesita: la flamante "marida" que haría bien en empezar su propio blog para que nos enteremos de sus aventuras necochences.


A Mamá: que se me rió en la cara cuando le dije que había empezado un blog. Como me quiere, seguro que por compromiso logro que me lea.

A María Eva: que ahora tiene la excusa perfecta para no leerme (la misión). 

A Michelle: mi mejor hermana, que se va a negar a leer cualquier entrada que supere los 144 caracteres. So from me to you, best sister and friend.

A Papá: que, si tuviera que aprender Braille para leerme, lo haría. 

A Vero: mi amiga y cuñada a quien, como todavía no le pude dar primos para sus hijos, le doy un blog. Not quite the same, pero bueno, hago lo que puedo.

A Feliloqui y Emilili: que aparecen últimos porque fueron los últimos en llegar al mundo. Y que se salvan de leer a la tía, porque no saben leer. 

A todos ustedes, ¡bon appétit!





jueves, 21 de marzo de 2013

Me llevó años, pero llegó. No sé si llegué para quedarme, pero por lo menos voy a give it a try. Amigas bondadosas me vienen alentando desde hace años para que escriba mis pavadas, así que, en honor a ellas, mis pavadas escribiré.

Lamento no tener una idea grandiosa con la cual empezar este "viajecito", para atraerme así, from the very beginning, millones de lectores apasionados que me amen y me pidan que nunca deje de escribir. Como dudo que eso suceda, decidí arrancar no más, e iré dándole forma con el tiempo.


Una de las razones principales por las que me llevó tanto tiempo decidirme a empezar es que no sabía si escribir en español o en inglés. He aquí mi dilema: si escribo en español, no me lee ni el loro, ergo: muero en el anonimato; si escribo en inglés, en caso de que algún alma caritativa se digne leerme, el ochenta por ciento de mi gente querida ni se entera. Así que esto es lo que decidí: veo. Voy viendo. Pruebo, mezclo. Escribo en el idioma que me nazca cuando tenga ganas de escribir. Y si se mezclan, even better: nada más representativo de la humilde autora que suscribe.

Así que aquí voy. Bienvenidos a mi Boulangerie, my Food For Thought corner, la cocina donde leudarán mis ideas y se convertirán en el pancito recién salido del horno para algún transeúnte con ganas de probar algo diferente.

¡Bon appétit! 


Apelo a vuestra sagacidad para entender la foto,
pero convengamos que no se necesita mucha.