domingo, 4 de diciembre de 2016

Lo que ves cuando decidís abrir los ojos

Los que me conocen (mucho) saben que entiendo mi vida como una obra literaria magistral, escrita por alguien atento hasta al más mínimo detalle.

Vivo encontrando en mi vida cotidiana ejemplos de tropos. Me la paso hablando con hipérboles: no puedo decir más de diez palabras sin introducir en el discurso trescientas cuarenta y cinco exageraciones relacionadas con el tema. Algún que otro amigo se burla de mí porque, cada vez que doy mi opinión sobre algo, me siento casi en la obligación de acompañar lo que sea que estoy tratando de probar con una alegoría, como cuando estoy tratando de concentrarme en trabajar y alguien no deja de hacerme trescientas veinte preguntas por minuto y yo le digo: "Siendo que estamos en diciembre, ¿te parece si hablamos de los planes de mayo en abril? No quiero sonar mala onda, pero para mí es tan imposible trabajar con este tipo de interrupciones, como para vos, peluquera/estilista, tratar de terminar un corte de pelo mientras yo no dejo de sacarte la tijera de las manos". Prosiguiendo con ejemplos de tropos, y sin ánimos de provocar lástima en el lector, demasiadas veces mi vida es un desfile de ironías, como cuando ocurre que nunca me sale un grano, nunca... nunca, excepto cuando tengo una fiesta para la cual emperipollarme. Ni hablar de la elipsis, que se me aparece por todas partes, como cuando mando un correo electrónico cuya respuesta es indispensable para proseguir con mi vida y lo único que encuentro al mirar la pantalla de la computadora es omisión, un "cri, cri..." más grande que una casa, la hipérbole de la omisión, en caso de que la nada misma pueda crecer en tamaño a medida que pasan las horas... También me acechan las catáforas, como cuando mi abuela me cuenta el final de la película antes de que empiece a verla; o cuando, subiendo una montaña, tengo a alguien al lado que cada tres minutos me dice: "¡Y esto no es nada! ¡Todavía falta la peor parte!". Los ejemplos de hipérbaton son mis preferidos; me mata cuando la vida me cambia el orden lógico de los acontecimientos. Como cuando me agarran ganas de hacer pis media hora antes de que me suene el despertador; o sea, ¡loco! El orden lógico es: voy al baño, me acuesto, duermo, suena el despertador, voy al baño. No me estropees el descanso con un "voy al baño, me acuesto, duermo, sueño que tomo un montón de agua, me despierto porque no aguanto más, miro el reloj y falta media hora para que suene el despertador, pero como no voy a dejar que la vejiga me gane, decido torturarme para restaurar el orden lógico, pero lo único que logro es sufrir media hora en la cama, hasta que finalmente suena el despertador y me doy cuenta de que mejor hubiera sido correr al baño cuando todavía me quedaba un ratito más de sueño".
En fin, podría seguir todo el día agregando elementos a la lista de figuras retóricas que encuentro en el diario vivir, pero no es ese el fin para el que he venido. 

La razón principal por la que entiendo mi vida como una maravillosa obra literaria (y vale aclarar que las mejores obras literarias no son cuentitos tontos donde todo es color de rosa, sino TODO lo contrario) es porque la estructura general de mi vida me maravilla. 




Hace algunos años estaba de visita en Montevideo; una visita un poco larga por cuestiones familiares, pero una que me dejó muchísimo. Un día salí a caminar y bajé hasta el Puertito del Buceo, uno de mis lugares preferidos de la ciudad. Todavía me veo caminando por la rambla y sentándome en el pastito que está antes de bajar a la playa. No recuerdo todo lo que pensé ese día, pero sí recuerdo sentir que se me iluminaba la mente al darme cuenta de que mi vida tenía una estructura que se venía repitiendo desde chiquita: mi vida es circular. Ahora que lo pienso, más que circular, tiene la estructura de un espiral, donde los movimientos son circulares, pero con cada vuelta el círculo se va agrandando cada vez más, y no solo la circunferencia crece, sino todo lo que contiene la circunferencia. Este descubrimiento vino como consecuencia de hacer un repaso de los movimientos generales de mi vida: considero que paso por ciclos que se cierran y vuelven a comenzar al llegar a un punto, que sirve de llegada y al mismo tiempo de partida, que se ha venido repitiendo una y otra vez. Y hasta tal punto esta estructura se repite que me pasan cosas como cruzarme, en los círculos más recientes, con personas que parecen ser la versión de personas de círculos pasados: a veces hasta comparten el mismo nombre, los mismos hábitos, o tienen la misma mirada, o pronuncian las mismas palabras que pronunciaron en el pasado. La cuestión es que no puedo dejar de ver estas cosas en mi vida, y, el estar atenta a estos detalles, me hace sentir que nada es casualidad, que todo lo que llega a mí llega con un propósito en particular. 










Hace unos días estaba en la biblioteca  buscando libros. Primero me senté en una mesa y busqué en el catálogo en línea; anoté todo lo que quería sacar y me fui a perderme entre los estantes PQ de la HBLL (la biblioteca de BYU). Siempre me pasa que, buscando las cosas que llevo anotadas, termino encontrando otras que no estaba buscando, pero que me llaman la atención y decido traérmelas a casa. Anoche, planificando lecciones para el semestre que empieza en enero, estaba tratando de decidir qué incluir de Roberto Arlt. Leí un ratito, pensé otro ratito, y como no me decidía, me distraje con algunos de los libros que me traje a casa sin haberlos buscado. Agarré Astrología y fascismo en la obra de Arlt. Recién después de hojearlo y estudiar el índice, se me dio por ver quién era el autor: José Amícola.










¡Pará! Este nombre me suena. José Amícola. ¡Naaa! ¿José Amícola as in "uno de mis primeros profesores cuando empecé a estudiar en la gloriosa UNLP, a mis tiernos dieciocho años"? ¿José Amícola, profesor de la cátedra de Introducción a la literatura, junto con José Luis de Diego? ¿José Amícola el que se vestía con suéteres de cuello tortuga y llegaba al aula doble del primer piso de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, agarraba el micrófono y hablaba durante dos horas reloj de Boquitas pintadas? ¿José Amícola, el que había conocido en persona a Manuel Puig y que además se juntaba con él para comer, tomar café y charlar? Sí, ese José Amícola. El mismo José Amícola de quien tomé notas. El mismo José Amícola cuya clase teórica tenía tantos alumnos, que tenía que asegurarme de llegar al menos veinte minutos antes para encontrar asiento y no tener que sentarme en el piso, al frente de la clase.



El que diga que mi vida no es circular y que estoy diciendo puras estupideces, se puede retirar. Gracias. A los que opten por respetar mis ideas, les digo que me emociona hasta las lágrimas encontrar estas estructuras que se repiten, sentir que TODO tiene sentido, sentir que no hay ni un solo detalle librado al azar. (Y ojo que el descubrir que mi vida está perfectamente diseñada, no me resta albedrío; yo tomé CADA una de las decisiones que me trajeron hasta acá; con más o menos ayuda de arriba y de los costados, yo elegí mi camino.) Sentada en la cocina de mi casa, con la mesa llena de libros, de papeles y papelitos, acompañada por buena música y con el placer de dedicarme a lo que me gusta, me maravilla descubrir que, mientras preparo mis planes de lección para las primeras clases de Introducción a la literatura hispana que voy a tener a mi cargo, me traje a casa, casi sin darme cuenta, la disertación doctoral hecha libro de mi primer profesor de Introducción a la literatura de la UNLP, clase que tomé durante no solo mi primer año como estudiante universitaria, sino mi primer cuatrimestre. Desde hace años, cada tanto me encuentro diciendo para mi adentros: "Y así, life came full circle again". 

Anoche, chicos, life came full circle, once again.


3 comentarios:

  1. Sí!!! giro... eterno... Y la UNLP está llena de Grandes... Besitos!!!

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  2. Y mi segundo nombre... sí! José! Otro círculo se agranda!!!
    Excelente redacción! Deberíamos incrementar la frecuencia, no? :-)

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  3. Y así vas comprendiendo el concepto de que "la via del Señor es un giro eterno" :D Me hiciste acordar al primer discurso del Elder Bednar en conferencia general, titulado "Las entrañables misericordias del Señor" (https://www.lds.org/general-conference/2005/04/the-tender-mercies-of-the-lord?lang=spa)

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